No se si es oro todo lo que reluce,
pero se que lucian y relucian
sus ojos.
Ahogados en un mar de lagrimas
en la tierra donde el sol sale
entre las rendrijas de las persianas.
Manchadas de un carmin que se quedo sin labios,
labios que se quedaron con la sed.
Aullaban a la luna las almas,
que no contemplaban las estrellas a su vez,
no morian por el momento las aguas
que antes de los rios
las alcantarillas van a ver.
Tumbados tu y yo en tan incesante melodia
deslumbrados por la belleza de aquella penumbra.
Donde me dijiste que te ibas
y no volverias a buscarme.
Tengo que reconocer no amada mia
que jamas te vi tan bella como aquella vez.
En que desfilando con tus tacones y sin aguja,
te ibas sin girarte,
sin que yo te esperase volver a ver.
Ahora has venido a mi vida,
reencarnada en aviones de papel,
tirando mis torres y alfiles,
obligando a los peones a ser
mas timidos cuanto mas le tiemblan las piernas.
Las damas se escondieron,
y las ocas no volvieron a volar.
Pero lo mas duro fue,
saber que me echaban a mi la culpa.
Fueron los trenes al estrellarse
lo que me desperto aquella mañana,
que sabia yo que por la tarde
la nieve no impediria su marcha.
Chocaban si,
pero con clase.
Ya quisiera yo poder
perder con tal facilidad a mis vagones.
Era carbon creo recordar,
con el que pinte la solera de las habitaciones,
tanto desastre
algo util habia que sacar.
De este modo aparecio algo,
has de imaginarte cual grata sorpresa,
del carboncillo salio una tilde.
Que sabia yo que tanto dolor fuese a causarme
cuando me di cuenta que se posaba
para hacer mas sonante aquel TÚ.
Me di cuenta luego de que solo tú llevabas tilde.
Volvieron a chocar los trenes.